Así broncíneo arrivaba Femeliceo, hijo de Astralomante, bravío guerrero del bizarro éjercito de los náuticos de Esbirria, dignos oponentes de las feroces huestes del Oriente y las nefastas Arpías de las Carontes que tantos valientes marinos tenían a su merced.
Altas piras se encendieron en la playa para loar tamaña empresa y al hundirse el febo allí donde termina el azul ponto, partió el campeón presto al ansiado reencuentro con Freya, joven fermosa hija de Gemini y Venus.
Himnos gloriosos acompañaron eufónicos y eufóricos el último tramo del hasta hace poco, triste períplo que alejó a estas dos almas de su verdadero destino, que parecía marcado a fuego, sangre y lágrimas.
(seguirá??? ...ni yo lo sé)